¿Te han dicho alguna vez “no hay peor ciego que el que no quiere ver”? En la historia de hoy veremos a personas que estaban ciegas, tal vez no de manera física, pero sí de manera espiritual.
En otras palabras, sus propios pensamientos habían oscurecido la verdad que algún día escucharon. Probablemente en algún momento se dieron cuenta de lo que estaba pasando, pero se les hizo más cómodo seguir como estaban, hasta que llegó alguien que los regañó e hizo que esto cambiara.
Cuando Jesús murió en la cruz del Calvario, los discípulos se sintieron muy decepcionados porque ellos creían que el Mesías del que hablaba el Antiguo Testamento redimiría a Israel de manera política y establecería un reino terrenal que los libertaría del yugo romano. Y a pesar de que también existía otra profecía que predecía que el Mesías tenía que morir por los pecados del pueblo (Isa. 52:13-53:12; Dan. 9:26) ellos no lo comprendieron.
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En Lucas 24, los discípulos se encontraron con “un forastero” al cual le comentaron su tristeza, pero nunca se imaginaron que esa persona era Jesús, el cual los reprendió diciéndoles “¡oh insensatos, y tardos de corazón para creer todo lo que los profetas han dicho!” (vers.25).
El problema de los discípulos, también de muchos de nosotros, era que se les hacía más fácil creer lo que querían creer, aunque esto difiera de la enseñanza bíblica.
Mientras hacía mi investigación para este blog me di cuenta de que lo que Jesús quiso decirles cuando les dijo “¡Insensatos!” es que eran “faltos de inteligencia” o “faltos de comprensión”. Sus preconceptos cegaron su entendimiento a las enseñanzas de las Escrituras, porque ellos sí sabían lo que las profecías decían del Mesías ¡Jesús mismo se los había dicho! solo que no querían esa verdad porque no les gustaba.
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Nuestros corazones se niegan a creer en la verdad, porque como dice el dicho “la verdad duele” y muchos de nosotros queremos evitar el dolor, o hablando en un contexto bíblico, no queremos hacer caso de las verdades presentadas porque como seres humanos nos cuesta trabajo aceptar que estamos haciendo cosas que más adelante nos traerán consecuencias dolorosas de las cuales nos podemos arrepentir algún día, así que a veces preferimos creer en doctrinas falsas que requieren de un esfuerzo muy pequeño y un cambio insignificante en nuestras vidas.
Es muy triste ver que cada vez son más las personas que se alejan de Dios porque se les hace difícil dejar sus pecados. Decimos saber lo que hacemos, pero no nos damos cuenta de que esto es una de las más grandes estrategias de Satanás, él verdaderamente quiere que dudemos de la Biblia y nos distrae para que no veamos las promesas que Dios tiene para nosotros.
Yo sé que es muy difícil aceptar que estamos mal y que nuestro comportamiento está lejos del comportamiento que Dios quiere que tengamos, así que te invito a analizar tu vida y te preguntes ¿Me estoy dejando llevar por lo que yo creo o quiero? O ¿Estoy dejando que Dios y su Palabra me transformen? Es importante saber si vamos por el camino incorrecto, pero aún más importante es hacer algo por cambiar. Estás a tiempo ¿qué esperas?
Autor: Karla Cueto
Username: @qkarocueto
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